Los insectos amenazan al Taj Mahal
Sus restos fecales favorecen el crecimiento de vegetación sobre el mármol
Por VÍCTOR M. OLAZÁBAL
El Taj Mahal nació del amor del emperador mogol Shah Jahan hacia su esposa favorita, Mumtaz Mahal, fallecida en el parto de su decimocuarto hijo. Cuatro siglos después, es otro romance el que está empañando la belleza de la tumba más famosa de India. La decoloración del mármol blanco de esta joya histórica, fruto de la contaminación del aire, es un problema que arrastra la ciudad de Agra desde hace tiempo. Pero un nuevo actor se ha colado en la lista de culpables: el Goeldichironomus o ‘mosquito de los lagos’, un insecto que, en su vuelo de apareamiento, acude a la llamada romántica del mausoleo y ayuda a que sus paredes adquieran manchas verdosas.
Estos animales se encuentran en el Yamuna, el río junto al que descansa el monumento musulmán, y su aparición se explica por el pésimo estado de su agua estancada, putrefacta tras décadas siendo el destino de toneladas de residuos. El Goeldichironomus crece al mismo tiempo que lo hacen los niveles de contaminación en zonas pantanosas, donde se alimenta de algas y fósforo.
«El enjambre de insectos es el resultado de su vuelo nupcial. Se sienten atraídos hacia el Taj. La vegetación (que crece) en el mármol blanco del monumento es clorofila digerida combinada con su materia fecal», afirmó recientemente Girish Maheshvri, jefe del Departamento de Entomología del Centro St. John, afiliado a la universidad B.R. Ambedkar. Según este experto, el impacto es estético ya que se está decolorando el mármol, pero la piedra no sufre daños.
El caso ha llegado al Tribunal Verde del país asiático a través del activista D.K. Joshi, que denuncia que el continuo vertido de residuos sobre el río está empeorando el estancamiento y la aparición de estos animales. Esta semana el Tribunal ecológico ha ordenado a las autoridades que respondan a la petición de Joshi.
Un problema detrás de otro.
Los insectos son la última pero no la única causa de la decoloración del Taj, que recibe unos seis millones de visitantes de forma anual. Un estudio a finales de 2014 publicado en la publicación Environmental Science & Technology concluyó que lo que vuelve amarillas las paredes del mausoleo desde hace años son partículas de carbono y de polvo fino que se emiten especialmente tras la quema de combustibles fósiles, biomasa y basura.
Hem H. Dholakia, investigador del Consejo de Energía, Medio Ambiente y Agua, señala a ELMUNDO.es que Agra asiste a un «aumento gradual de los niveles de contaminación». No es una opinión, es un hecho. En la zona del Taj Mahal los niveles de partículas PM10 en el aire han pasado de 184 microgramos por metro cúbico en enero y febrero de 2014 a 202 en el mismo periodo un año después y a 243 este año. La OMS señala que lo recomendable son 20 de media anual, muy lejos de la realidad que vive esta ciudad del norte de India.
En cuanto a las partículas en suspensión PM2.5, Agra no baja de 80 microgramos por metro cúbico, cuando la OMS recomienda que no se superen los 10 para la protección de la salud, lo que la convierte en una de las ciudades más contaminadas de India.
Medidas de contención
Entre las medidas adoptadas, Dholakia destaca «la instalación de monitores de contaminación del aire, la reubicación o cierre de industrias altamente contaminantes y la prohibición de vehículos dentro de un radio de dos kilómetros».
El año pasado las autoridades indias llegaron a prohibir la quema de estiércol de vaca -utilizado de forma habitual como combustible para cocinar- en los alrededores del Taj Mahal para combatir la polución del aire y el tono amarillento del monumento, Patrimonio de la Humanidad reconocido por la Unesco.
El Servicio Arqueológico de India (ASI), que desde 1994 aplica arcilla para recuperar el brillo perdido, calcula que necesitará casi una década más para devolverle al panteón su color puro. Y da por hecho que seguirá repitiendo la operación cada siete años, como hasta ahora.
Las zonas verdosas que nacieron en la pared trasera del Taj con la llegada de los insectos se están tratando directamente con agua. Pero eso no es suficiente. «Limpiar el Taj Mahal con agua no va a resolver el problema. Sabemos dónde y cómo crecen estos insectos, por lo que si resolvemos el problema en el nivel esencial, podemos parar su crecimiento y no habrá marcas en el Taj», afirma el arqueólogo Bhuvan Vikram Singh.
Atajar el origen del problema
Es decir, hay que ir a la raíz del problema. Y eso significa analizar el Yamuna, un río «casi muerto», en palabras de la Junta Central de Control de la Contaminación.Antes de su paso por Agra, su cauce paga el peaje más caro para su salud: atravesar Delhi. Es ahí donde se genera el 80% de la carga contaminada debido a una demanda desorbitada y a un mal tratamiento de las aguas residuales. ¿Qué ocurre? Que cuando el río llega a Agra apenas se puede llamar agua a lo que transporta. La Comisión Central del Agua declaró que en ese punto este recurso hídrico no es seguro ni para el riego ni para el uso doméstico.
«El gobierno ha llevado a cabo esfuerzos para devolver a la vida al Yamuna y al Ganges a través de planes pero, a pesar de eso, todavía estamos por ver el resultado deseado», afirma a este diario Anamika Barua, directora ejecutiva del consorcio Saciwaters. Según esta economista especializada en ecología, «uno de los principales inconvenientes de estos planes es que se centran sólo en fuentes puntuales de contaminación, como los desechos industriales», y no en la totalidad de factores que contribuyen a ensuciar el río. En ese grupo incluye acciones cotidianas sobre las que no se trabaja lo suficiente, como las aguas residuales domésticas o el lavado masivo de ropa a orillas del río.
El Taj Mahal es fruto de la devoción de un emperador por su difunta esposa, a quien prometió la tumba más hermosa del mundo. Shah Jahan quiso homenajear a una mujer de la que se sentía orgulloso (sin olvidar que tuvo otras diez) erigiendo una gran estructura de mármol y piedras preciosas que embelesa la vista.
Es precisamente orgullo lo que, según el investigador Dholakia, hace falta para recuperar el brillo del famoso sepulcro mogol: «Las estructuras icónicas como el Taj están conectadas al sentido de identidad y son una fuente de orgullo para los ciudadanos indios. Esa conexión emocional ayudará a estimular a la opinión pública y a los políticos para hacer frente a las causas principales de la contaminación».