Del Ebro al Manzanares, la mosca negra coloniza España: «Su mordisco es horrible»
Por El Confidencial
El año 2017 causó 28.500 consultas médicas en Aragón. Este verano ha llegado a Madrid y los expertos creen que su dolorosa picadura será cada vez más habitual por todo el país.
En el barrio madrileño de Butarque, en Villaverde (sureste de Madrid), el calor del verano ha venido con sorpresa. A los pocos días de que las temperaturas empezasen a subir, picaduras de un tamaño y dolor exagerados se multiplicaron por los brazos y piernas de los vecinos. “Siempre ha habido picaduras porque tenemos el río Manzanares y cuatro depuradoras cerca, pero lo de este año está siendo descomunal”, relata Verónica Parra, presidenta de la asociación de vecinos del barrio, que este año ha sufrido varias veces hinchazones por picaduras que nada tenían que ver con la de veranos anteriores.
Su hija también tiene la pierna acribillada y las farmacias de la zona no dan abasto a vender antimosquitos . «Hemos tenido que reponer varias veces, y los casos más graves les mandamos al médico. Vienen muchísimos, adultos y niños, y no es como otros años que eran simples mosquitos, esto es la mosca negra«, explica María Jesús, que regenta una farmacia en la avenida principal del barrio. David, otro vecino, acaba de llegar de vacaciones y, aunque todavía no tiene ninguna picadura, no deja de espantar moscas y mosquitos mientras habla a la orilla del río Manzanares, a unos metros de los primeros bloques de edificios que, desde hace años, se protegen con mosquiteras. «Cuando nos quejamos nos dijeron que no había mosca negra, luego que un poco y ahora ya han tenido que reconocer que aquí hay un problema y han empezado a fumigar», se queja.
Aunque en un primer momento el Ayuntamiento de Madrid negó que se tratase de mosca negra, cuatro días después, el pasado martes, tuvo que reconocer la presencia de este simúlido en el río Manzanares. Ha sido la primera vez que se detectaba a su paso por la ciudad, aunque es un visitante veraniego habitual en otras zonas de España. Allí donde haya un río limpio, con corriente y con poco caudal, como es el caso del Manzanares, encuentra un hábitat idóneo para empezar a desarrollarse.
La mejora de las condiciones de depuración de los ríos hace que, paradójicamente, las larvas de mosca negra arraiguen mejor
“La mejora de las condiciones de depuración de los ríos españoles, paradójicamente, hace que las larvas puedan arraigar mejor en ellos y que las estemos encontrando en más partes de España”, explica Pedro Francisco Sánchez, responsable de del servicio de Sanidad Ambiental de la consejería de Salud de Murcia. En esta comunidad, desde hace dos años también ha aparecido esta mosca por la zona de la vega media del Segura, otro río que ha sido regenerado en los últimos años.
El catedrático experto en patología animal Javier Lucientes también vincula su aparición a la limpieza a los ríos. “Cada vez estamos mejorando más la calidad química de nuestros ríos y eso está favoreciendo que esta especie que es muy mediterránea esté colonizando zonas que antiguamente tenían más contaminación, como es el caso de Madrid”. Además apunta también al cambio ambiental, que genera inviernos más suaves a los que sobreviven las larvas, y veranos más calurosos que aceleran su proceso de desarrollo. “Cuando se adapta una zona, lo que ocurre es que el impacto inicial es muy fuerte, que es lo que está pasando en la capital”, continúa.
En el año 2016, el Ayuntamiento de Madrid inició un plan de regeneración del río que atraviesa la capital. Con la apertura de las compuertas y el aumento en las corrientes de su cuenca, han vuelto a aparecer más de 50 especies de aves y ha crecido la población de peces y plantas. La finalización del plan (en mayo) ha coincidido con la aparición de la mosca negra seis kilómetros río abajo de la zona regenerada pero, por el momento, el ayuntamiento niega que la aparición de la mosca negra tenga que ver con esta limpieza, aunque los expertos coinciden en señalar que las condiciones del Manzanares son ideales para la proliferación de este insecto.
Una década en el Ebro
La mosca negra es una visitante habitual en las zonas que atraviesa el río Ebro. La primera vez que se tuvo constancia de una picadura de esta especie fue en 1997, en Cataluña, pero la primera plaga no se produjo hasta 2006, cuando 2.005 personas fueron atendidas por la sanidad catalana por sus picaduras. El año pasado, en Aragón, provocó 28.500 consultas médicas. Sin embargo, este verano las fuertes crecidas del caudal por las intensas lluvias del Pirineo han arrastrado las algas y vegetación donde les gusta posar sus huevos, por lo que su presencia ha disminuido y, con ella, la molestias de los aragoneses.
Sin embargo, sí han aparecido en la zona del bajo Ebro. En la localidad de Benifallet, en Tarragona, no ha quedado prácticamente un vecino sin sufrir a “la mosqueta”. “Ha sido horrible, nosotros celebramos la feria a finales de julio al lado del río y era insoportable, aunque te pusieras repelente. No se podía ni salir de casa”, señala, Mercè Pedret, la alcaldesa de esta localidad de 800 habitantes. “También ha afectado mucho a los labradores, porque no podían salir a trabajar a las horas de menos calor precisamente porque es cuando más «mosquetas» había”.
Un grupo de moscas negras es capaz de matar a un animal de pequeño tamaño. Aunque en Europa no trasmite enfermedades contagiosas, la virulencia de su picadura es mucho mayor que la de otros insectos, sobre todo porque no se trata de una picadura, si no de una mordedura. “Cuando muerde quita un poco de piel e inocula un anestésico y un poco de anticoagulante para poder estar un rato chupando sin que nos demos cuenta, pero sobre todo lo que más afecta es la saliva de la mosca, que nos provoca alergia”, explica Marta Naya, experta en plagas y vocal de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA). Los efectos son una roncha de varios centímetros y una elevada hinchazón que puede llegar a durar un mes.
Ropa clara, pantalones cerrados y repelentes de citronela: los consejos para prevenir su mordedura
A diferencia de otros mosquitos, la mosca negra es diurna, y no sirve protegerse con pantalones largos porque son capaces de meterse por dentro y alcanzar la piel para conseguir su propósito. Su tamaño, además, es menor al de una mosca común y se sitúa entre los dos y cincomilímetros. Tampoco evita su ataque -aunque ayuda- alejarse de la zona de los ríos, puesto que es capaz de viajar entre 15 y 25 kilómetros en busca de un hospedador. La única solución son los repelentes -sobre todo los que contienen citronela- y llevar ropa clara, que no atrae a los enjambres. Sólo pican las hembras y en los casos más graves puede llegar a requerir ingresos hospitalarios.
“Ha venido para quedarse”
Después de producirse la primera plaga en Aragón, la mosca negra se reprodujo masivamente también en Cataluña. Luego eligió Valencia, después en Madrid -fuera de la ciudad- y finalmente ha llegado a Murcia. Los expertos ya temen que en próximos veranos se noten también sus virulentas mordeduras en zonas de Andalucía y Extremadura. “Ha venido para quedarse, y va a ir a más si no se previene lo suficiente. En los últimos diez años hemos visto cómo molestias puntuales en Monegros o la zona alta del Ebro ya se han multiplicado hasta Logroño”, explica Lucientes. “Y el cambio climático tiene mucho que ver, estamos teniendo inviernos más benignos y la mosca se aprovecha de ello”.
Precisamente por las circunstancias meteorológicas, la ANECPLA ya había alertado el pasado mes de mayo que este verano iba a ser especialmente complicado para la mosca negra y otras especies, como el mosquito tigre. “Depende del caudal que lleve el río, si hay poco caudal crecen los microfitos las algas y las larvas se alimentan. Y también de las condiciones climáticas, cuando hay más picos de calor es cuando más crecen”, señala Naya.
Los expertos auguran que en futuros veranos estará también en Andalucía y Extremadura
Por ese motivo asociación y expertos coinciden en que la prevención es clave para evitar las plagas de este insecto, sobre todo cuando están en zona larvaria. En esa fase todavía se alimentan de organismos que encuentran en el agua, y pueden echarse productos al río que ingieren y las exterminan. Una vez que la mosca crece es más complicado erradicarla con desinfecciones. El problema para la prevención, sin embargo, es que suele haber problemas de competencias entre los ayuntamientos que las padecen y las comunidades y confederaciones de cuencas hidrográficas encargadas de detectar sus bancos de crianza y ejecutar las labores de extermino. También influye que el producto ecológico que se utiliza para combatirlas -que no afecta al resto de especies- tiene un elevado precio. Por eso, muchas veces no se suministra de manera preventiva, si no cuando la mosca ya es adulta y su eficacia es mucho menor.
Otras veces puede ocurrir que en la época larvaria -por marzo o abril- el caudal sea todavía muy elevado y no pueda hacerse el tratamiento, como ha pasado en Benifallet este año. “La de julio no se notó casi, pero luego han hecho otras dos fumigaciones y ya estamos mejor”, señala la alcaldesa. En Madrid, el ayuntamiento ha realizado ya cuatro desinfectaciones y está prevista otra para el próximo lunes.
A pesar de la prevención, las previsiones de los expertos es que la virulencia de este insecto se siga expandiendo año a año por la geografía española, mientras que el cambio climático siga suavizando los inviernos, recalentando los veranos y, sobre todo, los ríos sean cada vez, más limpios. “Vamos a tener que convivir con ella”, sentencia Naya.