Las Termitas como fuente de energías alternativas
Los microorganismos que viven dentro del aparato digestivo de las termitas podrían un día proporcionar energía alternativa.
Los científicos, en esta carrera por encontrar nuevas fuentes de energía, se han fijado en que las termitas son capaces de digerir la madera y extraer energía de ella. Según informa Nacional Geographic quizás sea posible aprender cómo lo hacen y liberar el hidrógeno atrapado en ella para producir así energía en células de combustible o de otro modo.
Para poder digerir la madera las termitas se valen de unos microorganismos que viven en su interior y que son capaces de romper las largas moléculas de celulosa de las que está hecha la madera. No obstante los detalles del proceso todavía no son bien conocidos.
Uno de los que trabajan en el campo es Jared Leadbetter del Caltech que afirma que todavía es pronto para aplicaciones de este tipo, pues todo dependerá de la investigación que se realice en los próximos años. Sin embargo las posibilidades son prometedoras.
No se pretende utilizar termitas directamente, sino desarrollar una tecnología basada en la misma bioquímica. En teoría podría ser posible poseer en el garaje un pequeño digestor basado en esta tecnología que a partir de aserrín provea de energía para el automóvil.
Según Leadbetter se estima que hay unas 2600 especies de termitas, siendo un grupo fascinante de insectos que juega un importante papel en los ecosistemas.
El hidrógeno y otros gases son producidos dentro del aparato digestivo de las termitas, donde muchos microorganismos residen en relación simbiótica.
La termita se encarga de dividir la madera y porciones de suelo en pedazos pequeños que los microorganismos puedan atacar, y que el metabolismo de éstos convierte en ácido acético que la termita absorbe como nutriente.
Las vacas cuentan con una simbiosis parecida, pero debido a las diferencias en la dieta las vacas emiten más metano que las termitas por unidad de masa en plantas, que es un potente gas de efecto invernadero. El 28% de las emisiones de metano procede de la actividad digestiva de vacas y otros rumiantes, mientras que sólo un 4% procede de las termitas.
La idea es encontrar cómo las encimas que portan los microbios pueden partir la celulosa hasta obtener hidrógeno y escalarlo hasta un proceso industrial. Luego se podrían utilizar los desperdicios de celulosa obtenidos de la limpieza de los bosques o de campos de cultivo para obtener energía.